La edad no aminoró su paso

Después de las consagraciones episcopales de 1988, Monseñor Lefebvre no aminora su paso: más que nunca, predica retiros y recolecciones, especialmente a sus sacerdotes y seminaristas.

Les entrega el fondo de su pensamiento como nunca antes lo había hecho. En 1990 redacta en algunos meses un breve escrito, al que considera como su testamento: un Itinerario espiritual siguiendo a Santo Tomás de Aquino. «Con esto, dice, he dado todo lo que tenía que dar; ya no veo qué más podría dar».

 


 

«La obra de Mons. Lefebvre en esta tierra ha terminado. Ahora comienza su ministerio como intercesor en la eternidad. Él dio todo lo que tenía que dar... el milagro de una nueva generación de Sacerdotes.»

Padre Franz Schmidberger,
Homilía de la Misa de Réquiem de Mons. Lefebvre

 


«No somos absolutamente nada»

Teniendo que predicar un retiro sacerdotal, le pregunta a la esposa de uno de sus choferes que lo llevan por todas partes, y son sus confidentes preferidos:

¿Sabe usted sobre qué voy a predicar?" Y al contestarle esta persona que no, le dice, pronunciando lentamente sus palabras: "Voy a predicar sobre Dios, sobre Dios…

Algún tiempo después, les dice en voz baja a sus huéspedes, que conversan con él sobre su obra, la Fraternidad:

¡No somos nada, absolutamente nada!". Y temiendo que no lo hayan comprendido, insiste con la misma voz: "¿Me han entendido? Nada… ¡nada en absoluto!